“Hay una actualidad de 2001 que nos dice que la centralidad política no pasa por el estado”

Por Patricio Lobos. (*)
El escritor y comunicador popular Mariano Pacheco visitó nuestra ciudad los días 15 y 16 de octubre invitado por el blog “Amargas Sales” y la “Central de los Trabajadores de la Argentina Autónoma" de Viedma para presentar su nuevo libro: “Desde abajo y a la izquierda. Movimientos sociales, autonomía y militancias populares”, editado por Cuarenta Ríos. En este marco, conversamos con él sobre los puntos centrales de su propuesta, lo que dejó 2001 como tarea militante y la necesidad de gestar un nuevo clasismo desde abajo.
Pacheco presentó su quinto libro en el aula 15 del Centro Regional Zona Atlántica ante un importante grupo de vecinos y vecinas, además de militancias diversas de Viedma y Patagones. Al otro día, en el flamante local de la CTA Autónoma, dirigió un taller para militancias políticas y sociales.
A continuación la entrevista:
Para comenzar, queríamos preguntarte por tus inicios en la militancia más de base y después como fue transcurriendo eso hacia una construcción más teórica, a un pensamiento más ligado a la formación.
Mi experiencia militante puede resultar un poco rara para los parámetros de como se entienden las militancias hoy. Para mi fue muy común a lo que fue una experiencia generacional inscripta en la experiencia que se desarrolló en el conurbano bonaerense, especialmente en la zona sur, donde el elemento de formación teórica del trabajo de base, e incluso de la organización política en términos más clásicos, se da de manera simultanea. Mis inicios militantes están relacionados al 20 aniversario del golpe de estado cívico-militar, en marzo del 96, cuando comienzo a vincularme con la militancia, en el marco de la gran movilización que hubo a plaza de Mayo y las actividades previas y posteriores.
Me vinculo a un espacio político que era una organización militante que venia del peronismo revolucionario, que estaba haciendo un proceso de reflexión muy profunda porque gobernaba Carlos Menem el país y Eduardo Duhalde la provincia de Buenos Aires. Ellos estaban fuera del peronismo y haciendo una búsqueda por entrelazar tradiciones con las izquierdas y con el cristianismo de liberación, etc.
Entonces de algún modo empiezo mi militancia en un espacio estrictamente político, no es que me voy politizando desde el Centro de Estudiantes o una agrupación. Entro directo a una orga. Y esa orga tiene dos elementos constituyentes de mi subjetividad diría hoy, que son: un proceso intensivo de formación de cuadros y el armado de una agrupación de jóvenes que empiece a activar en un trabajo de base en el colegio secundario. Participé del rearmado de los Centros de Estudiantes en los colegios y conformamos la Federación de Estudiantes de Quilmes, y la Federación de Estudiantes de la Zona Sur. Desde esos lugares no solo interveníamos en la escuela y con la juventud, sino que empezamos a hacer un trabajo barrial del típico que se hacia por esos años, que era hacer apoyo escolar, actividades recreativas con infancias para luego tener vinculo con los padres, sacamos una revista de tipo fanzine y teníamos un programa de radio en la parroquia del curita Luis Farinello. Así que de entrada todos estos elementos estuvieron muy entremezclados.
Después con los años hubo un momento donde participé muy intensamente de lo que se denominó el movimiento piquetero, una vez que rompo con esa organización, a fines de los 90. Un trabajo de base estrictamente territorial tuve en los años 2000, 2001, 2002 y parte del 2003. Allí es el cambio de gobierno y el cambio de ciclo político. Y el cambio en mi vida personal donde paso a dedicarme ya más a estudiar, leer y escribir, hasta el 2010 que saco mi primer libro “De Cutral-Có a Puente Pueyrredon”.
En este libro que estas presentando, haces como una geneología de una generación política. Planteas acontecimientos que la marcaron como el zapatismo y la insurrección argentina de 2001, pero también algunas limitaciones en sus planteos ya que hablas de un “izquierdismo radical”, que inclusive obturó alguna mirada que pudo haber sido cercana al peronismo. ¿Eso lo ves como una debilidad, lo pudiste ver después, crees que hubiese cambiado algo?.
Creo que lo podemos ver en perspectiva, porque la camada que se puso al hombro el armado del movimiento de desocupados y el dinamismo de lo que fue ese sector autónomo del movimiento piquetero, era toda gente muy joven y con ideas muy radicales en una coyuntura de debacle que permitió que esas ideas tuvieran ciertos oídos. Entonces creo que pecamos de falta de historicidad, de poder inscribirnos más históricamente en lo que estábamos haciendo y que después pasados los años algunas cosas quizás se podrían haber hecho de otra manera. Algún intento menos sectario, menos reactivo en el sentido de un denuncialismo permanente. La idea de cuestionar un “izquierdismo radical” es que sea meramente discursivo, si tuviera una inserción de masas quizás hacías una revolución. Se trata de cuando la palabra no se conduce con la acción y subestimamos también al peronismo en lo que el peronismo tiene de experiencia popular, no el pejotismo, la burocracia sindical, etc.
Te formaste con compañeros provenientes de otra generación. En el libro te consultan por la experiencia de las militancias de la “década ganada” y algunas organizaciones que surgen de esa experiencia como “La Cámpora”. ¿Que ves en esa construcción, que potencia observas y que vinculación puede existir con esa generación?.
El dialogo intergeneracional es muy difícil. Creo que a nosotros nos cuenta pensar, como a los setentistas les costó pensar el 2001, cual es esa dinámica. A esa gente que empezó a militar allí le resulta difícil también entender nuestra dinámica. El 2001 no es mero pasado, hay practicas que conviven, se reactualizan en una serie de practicas. Es un dialogo intergeneracional pero que está operando en la realidad permanentemente.
Hay una izquierda que estamos tratando de gestar que sin renunciar a su perspectiva estratégica, le preste mas atención tácticamente a estos sectores del progresismo, las elecciones, la batalla al interior del estado. En ellos esto estructura la militancia. Un intento de dialogo quizás pueda ser corrernos de ese denuncialismo de decir “el estado es una maquinaria de dominación”, “en el peronismo no hay nada interesante” y quizás flexibilizar esos rasgos estratégicos mas duros para tratar de ver si es posible pensar que esta gente haga algo mas interesante en el estado, en el peronismo, siempre sosteniendo la postura que esa no es la centralidad de la política como dice 2001. Hay una actualidad de 2001 que nos dice que la centralidad política no pasa por el estado. Esta democracia representativa, este estado, realmente ilusionan poco.
En un momento hablas, al referirte a la generación de la “década ganada”, de un re-cambio etario pero no de una generación política militante.
La afirmación es poco amigable para establecer un dialogo con ese sector, pero creo que sigue siendo valida. La pregunta es si hay una emergencia generacional con la experiencia de 2008 a 2010 o es un recambio etario de los viejos modos políticos de los años 60/70, muy procesados en términos de la pos-dictadura, porque no se reivindica a Montoneros sino a Cámpora, no a la guerrilla sino a la experiencia del estado gobernado por el peronismo que vuelve. El progresismo ha hecho ese recorte. Nosotros reivindicamos el peronismo de las bases y la resistencia.
En "Desde abajo y a la izquierda", haces un énfasis importante, que tal vez no se ve en otras producciones, en la “formación de cuadros militantes”. Eso siempre nos sonaba a partido político, a una distancia entre dirigentes y bases. La pregunta es sobre una nueva intelectualidad vinculada a los movimientos sociales. ¿Como es posible ese dialogo?
Mi experiencia ha sido en el marco del movimiento piquetero. Hay experiencias muy conocidas como la relación del Movimiento de Trabajadores Desocupados -MTD- de Solano con el Colectivo Situaciones. Teníamos diferencias con esa perspectiva, por eso nosotros en el MTD de Almirante Brown hacíamos esa diferenciación en los niveles de formación. Había una formación con la gente de la asamblea, los comedores, los proyectos productivos, a través de dispositivos de la educación popular, con cartillas informativas con poco texto y mucha gráfica, o directamente con mateadas y rondas. Y también teníamos una para delegados y personas que asumían otras responsabilidades en el movimiento con una visión más de militancia, e incluso hicimos una formación para militantes con una vocación más revolucionaria. Yo haría esa triple distinción al interior de una experiencia de base de un movimiento social.
Hay gente que se organiza porque ha entendido que tiene un problema y tiene que juntarse con otra, se agrupa por una necesidad. Después hay gente que a partir de ese proceso se empieza a politizar y toma tareas, y hasta se asume como militante, pero no tiene en la cabeza pensar que se puede hacer un cambio revolucionario en la sociedad capitalista. Eso lo hacen los cuadros. Quizás habría que re-formular la palabra, pero de la mano de querer reformularla, surgió la idea de dejar de lado esa especificidad.
En este libro doy un paso más al pensar a la organización en una historicidad, en un tipo de archivo de partido político de nuevo tipo, que se entrelace con una mirada mas creativa con los nuevos movimientos sociales. Hay mucho por investigar.
Justamente teniendo en cuenta que puede haber un cambio de gobierno. ¿Se puede pensar en una nueva relación entre el estado y los movimientos?.
Si claramente. La experiencia de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular -CTEP- más toda esa alianza que se creó en torno a la economía popular es muy interesante para pensar el nuevo periodo. La gran diferencia con el periodo anterior, con la “década ganada” (para ser condescendiente con ese proceso), es que allí había organizaciones ligadas al estado, con recursos y con una lógica más de tipo vertical y de obediencia al mandato del gobierno y estaban los movimientos más de base, con dinámicas mas horizontales, con mucha denuncia a los otros movimientos. Hoy la mayoría de los movimientos han entrado a la experiencia del “Frente de Todos” con lo cual van a ser gestión, pero muchos de ellos sostienen que no hay que abandonar la calle, que no hay que confundir el trabajo de gestión con el trabajo de base. Ahí se puede dar un vinculo mas fructífero.
Además es importante que haya un proceso de reflexión auto-critica de los que estuvieron en la gestión anterior del estado respecto de esta necesidad de que la relación no sea tan lineal. Lo mejor que le puede pasar a alguien que honestamente está intentando hacer algo diferente en el estado es que en la calle haya un montón de gente reclamando lo que el funcionario quiere hacer. Dejar de ver eso como “hacerle el juego a la derecha”. Incluso teóricamente, hay gente como Eduardo Rinesi que ha sido un intelectual kirchnerista, que trabaja al conflicto como aquello irresoluble en la política. Yo no creo que un sujeto social deba acompañar a un gobierno, lo que debe hacer es marcar agenda, incluso, si se es parte del gobierno dinamizarla.
Sobre el final del libro trabajas unas líneas y puntos para una nueva “izquierda autónoma”. Allí aparece la cuestión del sujeto y ese lugar lo ocupa el “precariado”. Hablas de la capacidad de ese sujeto de "acaudillar" otras luchas. En otros viajes tuyos, por ejemplo al norte, se incluye en el análisis al sujeto campesino, aquí en el sur es muy fuerte la experiencia del pueblo Mapuche. ¿Como pensás la cuestión de clase, el tema generacional y lo cultural, en este armado?.
Me parecen dos cosas. Los puntos intentan ser unos apuntes para una idea mas programática. En primer lugar creo que es fundamental en esta etapa política tener unas bases mas programáticas. Necesitamos pasar más blanco sobre negro en algunas tareas pensando en el futuro. Después está la cuestión del sujeto y la diversidad cultural de la Argentina. En una primera definición mas clásicamente marxista, en un mundo estructurado por la lógica del capital, las clases trabajadoras juegan un rol fundamental en la elaboración de una estrategia de cambio. Dentro de eso hay que ver como incluimos este fenómeno del precariado, no como los excluidos, los que están afuera, sino como los que están adentro bajo una modalidad especifica. No lo pienso tanto sociológicamente desde la mirada del trabajo precario, sino más políticamente de ver como determinados sectores de ese mundo se constituyen en el “precariado en acción”, mas ligados a las dinámicas territoriales, diferentes a las lógicas sindicales, pero que necesariamente deben confluir en una dinámica de unidad orgánica de la clase que contenga a otros sectores. Está esa idea de acaudillar, pensándolo en un rol de vanguardia política, pero no de estructura social.

Esto en términos muy generales. Después Argentina es muy diversa y cualquier estrategia de cambio social profundo debe contemplar proyectos regionales, que en algunos lugares pueden variar, como el tema de los pueblos originarios que cobran otra relevancia. Pero en una mirada general, estratégica y de largo plazo, pensar la bases materiales para edificar una sociedad pos-capitalista refiere a un análisis que ponga la cuestión de clase en el centro de la escena.  

(*) Lic en Ciencias Políticas de la Universidad Nacional del Comahue- CURZA.  

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