“Hay sectores con los que no hay conciliación, solo hay mediaciones para dirimir una conflictividad"

Por Patricio Lobos -. (*)

Dialogamos con Ariel Pennisi, ensayista, docente, co-director de la Red Editorial y la revista digital Ignorantescoproductor y conductor del Programa "Pensando la Cosa" (Canal Abierto) sobre diversos temas de la actualidad política. En la entrevista,  abordamos el proceso abierto en Guernica y la respuesta estatal, el acompañamiento a la lucha de los ocupantes, la Renta Básica Universal y la presencia de un conflicto social irresoluble e inevitable.

Para el autor y compilador del libro “Linchamientos. La policía que llevamos dentro” (2015), la pandemia adelantó una serie de conflictos que el gobierno terminó resolviendo en favor de los poderes facticos. “La derecha fue ama y señora de la pandemia”, sostuvo Pennisi. 

Al mismo tiempo, el autor (junto con Adrián Cangi) de “Filosofía para perros perdidos. Variaciones sobre Max Stirner (2018) expresó: “aun dentro de la pandemia hubiera sido posible establecer parámetros de articulación del estado con sectores dinámicos de la sociedad, como movimientos sociales, redes y actores diversos”.

Queríamos empezar preguntándote por un tema muy presente aun, que es lo que pasó en la ocupación de terrenos en Guernica (Partido de Presidente Perón, Buenos Aires). Guernica mostró la lucha de familias por tierra para vivir, solidaridades de organizaciones, una mirada de base feminista,  un plan urbano, todas lógicas para salir del conflicto directo, de la violencia. Por eso quedamos atónitos con la brutal respuesta estatal. Sabemos que han hecho un acompañamiento y una interlocución con la toma. ¿Que fue Guernica?, ¿Qué nos dijo o nos sigue diciendo?

Nosotros creemos que Guernica es un punto de inflexión en el proceso político abierto el 10 de diciembre del año pasado. Hablamos de ese nosotros irrepresentable que formó parte de la impugnación al macrismo, a ese gobierno oligárquico con retórica y aspectos concretos neoliberales, un proyecto muy precario, con una Argentina muy angostada, comandada por el sector financiero, energético, por los dueños de la tierra y el sector inmobiliario.

El 27 de octubre canalizó la impugnación popular a ese proyecto de ajuste, tarifazo, persecución, asesinato de algunos hermanos como Santiago Mandonado y Rafael Nahuel. El proceso abierto el 10 de diciembre se consuma con la toma de la calle por parte de una base de sustentación amplia y diversa, y con un gesto de la actual vicepresidenta (Cristina Fernández) que para nosotros fue interesante y que consistió en señalar al presidente que esa plaza tenía de algún modo el rol de dirimir las relaciones de fuerza.

En parte, gracias a esas condiciones irrepresentables, el gobierno está en el gobierno. No está solo porque lo votó el militante peronista o kirchnerista, está en el gobierno porque hay un porcentaje importante de su base de sustentación que tiene que ver con esta convocatoria abierta e irrepresentable. El proceso que se abrió el 10 de diciembre se encontró con la pandemia. Ahí tenemos una bifurcación. Pero hasta la pandemia, hasta ese momento el gobierno no venía dando señales de confrontación con esos sectores que impugnaron las urnas y fueron los protagonistas de esa plaza del 10 de diciembre. Coincidimos con un compañero de la CTA en el directorio del Banco Nación, Claudio Lozano, cuando dice que el gobierno había adoptado una estrategia de no confrontación con esos sectores. Pero la pandemia forzó una confrontación, para la que el gobierno no estaba preparado.

En este sentido Guernica es un punto de inflexión, porque la plaza del 10 de diciembre marcó la cancha y el gobierno no respondió, la pandemia marcó la cancha y el gobierno respondió como pudo. Pero aun dentro de la pandemia hubiera sido posible establecer parámetros de articulación del Estado con sectores dinámicos de la sociedad, movimientos sociales, redes, una diversidad de actores, para establecer un plan de sostenimiento de las personas que peor la pasan o disputar agendas. Nosotros creemos, que lamentablemente, la derecha fue ama y señora de la pandemia (usando la palabra derecha de una manera tal vez demasiado amplia),y creemos que Guernica fue el límite. No en detrimento de otras tomas o recuperaciones de tierras que se plantearon a lo largo y ancho del territorio, pero fue Guernica ese umbral porque las personas que se juntaron en ese predio, por su modo de organización y su forma de lucha, le dieron un grado de visibilidad que forzó a las distintas instancias del gobierno a tomar cartas en el asunto y a la opinión pública a involucrarse.

Entonces Guernica forzó la situación a tal punto que cualquier medida que se adoptara iba a resultar ejemplificadora. Por lo tanto, el gobierno tenía tres modos de ejemplificar: 1) el asistencialismo clásico que intentó y le salió parcialmente 2) tomar en cuenta el plan de urbanización, articularse con la diversidad organizada de la toma y provocar un plan ambicioso, o generar una relocalización muy satisfactoria 3) la represión.

El gobierno, ejemplificó con una mezcla de asistencialismo y represión. Por eso es un punto de inflexión, justo en una semana en la que en Página/12 se publica en el portal: “Desalojan Guernica” y abajo “El círculo Rojo se acerca al presidente”; seguida de encuentros del Ministro de Economía con el FMI y AEA.

Un amigo historiador, Bruno Nápoli, con quien hemos publicado varias cosas, trabaja una hipótesis que dice que existe una relación, un diálogo, en la historia argentina –de Frondizi para acá– de medidas de endeudamiento exterior o medidas ortodoxas macroeconómicas con medidas de seguridad interior. En este caso, no podría decir que lo ocurrido en Guernica se inscribe de manera lineal en esta hipótesis, pero sí me llama la atención el hecho de que se toma esta medida, trasladando un problema político de disputa por la tierra al área de seguridad en un contexto en que se pretenden dar señales a determinados actores del poder fáctico.

Podríamos decir muchas cosas de Guernica, tanto por lo que nos cuentan compañeras y compañeros que habitaron de punta a punta la recuperación de tierra para vivir, como por la presencia que tuvimos también. Conversamos con una diversidad de actores y podemos dar fe que de ningún modo lo que se veía en Guernica se ajustaba a lo que decían los medios masivos ni los medios que siguieron sin ningún espíritu crítico la visión del gobierno. Puedo dar fe que ni lo que dijo el gobierno, ni lo que dijeron los medios, es cierto. Y te comento que estamos elaborando un informe sobre Guernica junto a las personas de la recuperación y medios populares como Anred, Antena Negra y otros. Allí vamos a mostrar la única versión que consideraremos válida, con testimonios, fuentes e imágenes. Estamos construyendo la mirada desde el punto de vista de la lucha de lo que pasó en Guernica.

"Pero aun dentro de la pandemia hubiera sido posible establecer parámetros de articulación del estado con sectores dinámicos de la sociedad, movimientos sociales, redes, una diversidad de actores, para establecer un plan de sostenimiento de las personas que peor la pasan o disputar agenda".

Claro, pensaba que en estos conflictos aparece el estado como un actor que tampoco lo puede resolver todo, que está inmerso en correlaciones de fuerza y presiones. También hay 12 años para analizar qué políticas públicas hizo el kirchnerismo para el acceso a la tierra y la vivienda, la precariedad laboral que está vinculada etc. Vemos además estos sentidos de la propiedad privada, la seguridad etc. Imaginarios que van más allá de los votos porque dentro del propio apoyo del “Frente de Todos” hay sectores que reclaman estas soluciones como las que vimos en Guernica. ¿Cómo se confrontan estos sentidos comunes punitivos?.

Creo que una de las preguntas fundamentales en ese sentido es ¿qué puede un gobierno? Tenemos que hacer una revisión de eso, porque actuamos a veces presuponiendo una potestad del Estado que tal vez no sea tal. ¿Qué puede un gobierno o un estado? Tal vez pueda menos o distinto que en otro tiempo. Segundo planteo, en cuanto el Estado puede menos, se vuelve mucho más necesaria la conformación de instancias de articulación con actores dinámicos que tengan la posibilidad de formar parte de las cuestiones que nos importan y conciernen a nuestras vidas. La cuestión de la tierra es algo que no tiene que decidir el Estado solamente. Este tema interpeló al gobierno, porque este gobierno tiene un origen electoral popular. El Frente de Todos tenía el desafío de mostrar que era algo más que un dispositivo electoral para evitar que los poderes fácticos, aparte del poder que ostentan, estén en el Estado. Por ahora el Frente de Todos no es más que eso, es un dispositivo que evita que los poderes fácticos estén de manera masiva en el Estado. Igualmente, puedo plantear las críticas más radicales, pero sin embargo en una elección hoy volvería a votar al Frente de Todos, eso no es lo que está en juego. Pero el Frente de Todos no es un punto de llegada, sino que podría ser un punto de partida.

El problema que tenemos ahora es el de construir redes lo suficientemente fuertes –con lo que hay, más lo que tenemos que crear e investigar– que nos protejan de los distintos embates y nos devuelvan un grado de protagonismo en virtud de las agendas que sostenemos con nuestros cuerpos. En este sentido la lucha por la tierra es un tema fundamental.

¿Cómo se derrotan esos sentidos comunes que decías, la exaltación de la propiedad privada? Creo que a cierto nivel no hay nada ni nadie a quien convencer. Hay sectores con los que estamos en guerra, solo que no estamos en una situación de guerra. Hay sectores con los que no hay conciliación, solo hay mediaciones para dirimir una conflictividad que en otra época significaría un estado de guerra. El desafío está en que los nuestros se den cuenta de que existe una lucha por la tierra y que es necesario articular las distintas instancias organizativas, subjetivas, incluso para financiar, sostener y resolver un problema en un país que tiene tierra de sobra. Es un lugar común, sí. Un país que tiene tierra y alimentos de sobra, donde tantas hermanas y hermanos se cagan de hambre y de frío. Entonces, a un sentido común, otro sentido común. Quienes habitaron la toma en Guernica son inteligentes, no le fueron a tomar la casa a nadie. Esos terrenos eran de composición triple, tierra fiscal, de posesión veinteñal dudosa y propiedad privada de una empresa desarrolladora dudosa también, o sea, no era la casa de nadie.

Hay, claro, un análisis más profundo. Pero la propia la intendenta de Presidente Perón, Blanca Cantero, esposa de Carlos Acuña, uno de los burócratas de la CGT, dijo “yo velo por la seguridad de los 18 countries de Presidente Perón” y dijo que iba a poner un fiscal de su riñón para garantizar que se desalojara a la gente. Lo único que hizo fue explicitar un conflicto muy serio en la provincia de Buenos Aires: el proyecto habitacional e inmobiliario es el de los barrios cerrados. Y detrás de eso hay una forma de vida. Buena parte de los intendentes, los jueces y funcionarios, también los comisarios, viven en barrios cerrados. Se impone un análisis marxista: una forma de reproducirse vitalmente reproduce determinadas ideas y subjetividades. La disputa real es barrio abierto o barrio cerrado. Porque Guernica tenía un proyecto de barrio abierto, no un complejo habitacional “para pobres”.

"Hay sectores con los que estamos en guerra, solo que no estamos en una situación de guerra. Hay sectores con los que no hay conciliación, solo hay mediaciones para dirimir una conflictividad que en otra época  significaría un estado de guerra".

A veces ni siquiera es un tema económico, sino político, de mando político. Se ve muy claro con el “impuesto a las grandes fortunas” que no afecta esos patrimonios ni ganancias. La discusión es quien se subordina y quien manda en la ciudad, como se dibuja y construye. Recuerdo una periodista decir “¿qué pasa si mañana toda la gente que necesita sale a tomar terrenos?”. Bueno, queda claro que es un tema de mando y de peligro de insubordinación.

Exacto, no es un tema técnico, sino político. De técnicos está lleno y de respuestas tecnocráticas también. Lamentablemente nuestro Ministro de Economía es un tipo técnico. Es un mal que arrastramos, la forma economicista con que miramos la política; cuando nosotros decimos que es al revés, hay que mirar de una manera política la economía. Vos lo decías muy bien, Guernica no era un problema técnico, de economía, de recursos, el problema es de mando, por eso la ejemplificación. Fijate que estamos hablando de Guernica hace un rato y todavía no mencionamos a Berni. Porque no hizo falta, porque es el costado grotesco de todo esto, es el tipo que hace el video festejando la represión en nombre de la propiedad privada… eso va a quedar para la historia, incluso como una mancha en la trayectoria política de Kicillof, si es que no están pensando que la próxima formula en la provincia sea Kicillof-Berni. Pero esto no es lo importante, lo importante es que se trata de un problema de mando político, de distribución de lo social, etc. Hay una zona de sentido y otra de conflicto que es irreductible. Y hay que hacerse cargo de eso.

En Guernica, el gobierno no dio una solución, pretendió hacer asistencialismo del más berreta; subsidios por unos meses, relocalizaciones dudosas (algunos compañeros y compañeras están en granjas evangelistas, en jardines de infante reacondicionados) otros están siendo judicializados, esto hay que denunciarlo. ¡A Vicentín no lo judicializan!

Quería consultarte por otro tema que tratas que es el de la “Renta Básica Universal”. Un tema que viene teniendo un desarrollo teórico en Europa hace algunas décadas y en América Latina y Argentina se ha empezado a hablar con mayor asiduidad en el contexto de pandemia. Incluso, pareciera que empieza a haber cierto consenso. Recuerdo, ahora que el Papa Francisco hablo del tema, algunas organizaciones, universidades, Foros, el propio gobierno con Arroyo y Claudio Lozano, por ejemplo. ¿Ves la posibilidad que se pueda profundizar en este debate, que en el sentido más profundo, pone en tensión el concepto del trabajo y como se genera la riqueza social?.

La Renta Básica tiene una historia local con la Central de Trabajadores Argentinos –CTA. En Argentina este debate tiene más de 20 años. Se llamó Ingreso Ciudadano con programa de formación, ahora con formación y apropiación tecnológica, etc. Es decir, hay una historia local. En Europa tiene también una historia. Hay un argumento muy trucho cuando se dice “eso es de los europeos para los europeos”, pero ese chauvinismo que no tiene ningún sentido.

Hay distintas estrategias. Desde la sindicalización de lo que se conoce como Economía Popular se ha logrado el Registro Nacional de los Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (ReNaTEP), el salario social complementario, el potenciar, el monotributo social, que son distintas herramientas debido a conquistas y a la vez, a veces, formas en que el Estado logra garantizarse apoyo o contener el conflicto. Esa forma de sindicalización tiene una eficacia y propone una relación ambivalente con el Estado, también una forma de organización.  Hay compañeras y compañeros de sectores de la economía social, solidaria y popular que critican los modos verticalistas o la idea de conseguir mediante la forma “aparato” recursos del Estado. Son discusiones importantes. En todo caso, habría que revisar si eso es así. Habría que preguntarse en tal caso, ¿cómo es que parte de la organización popular emergente de los 90 y 2001 a veces se parece a la burocracia sindical? Algunos critican la idea de la Renta Básica con un argumento chauvinista o sostienen que podría “desorganizar” lo organizado. Pero una organización potente no depende de un subsidio o un derecho conquistado como definitivo, cuando, al contrario, podría ampliarse. Igualmente, las objeciones son necesarias y habría que analizarlas.

Nosotros creemos que la Renta Básica (o renta del común incondicionada) de ninguna manera se parece a eso que planteó Milton Friedman en un momento y la caricatura liberal: “démosle a los pobres un cachito de PBI y que no nos jodan más”. Eso no es renta del común, es pensar la renta básica desde el punto de vista del capital, es decir, falta de imaginación política. Hay un compañero de Brasil que dice que la Renta Básica o salario universal puede transformarse en “la lucha de luchas”, por su capacidad de transversalización y por la disputa con la renta general. Hay un planteo de la Renta Básica desde el feminismo, las compañeras históricamente sostuvieron la lucha por un trabajo social no reconocido. De hecho, las luchas feministas de los 70 son maestras de los argumentos del operaismo italiano y otros compañeros. Estos ven que las tareas de cuidados ya no comprenden solo a las mujeres sino al conjunto de la sociedad a través de lo que Carlo Vercellone (recuperando a Tiziana Terranova) llama “free digital labor” y la actividad humana genérica que produce valor y está expuesta a distintos mecanismos de captura. Ahí se produce renta que no es reconocida ni retribuida. Un precariado estructural. ¿Cómo hacemos para repropiarnos de esa renta? Tenemos que construir redes con la capacidad de conjugar la singularidad de las experiencias, la especificidad de las organizaciones y la universalidad de necesidades y deseos (es decir, la capacidad de desear). Las luchas de género, el precariado, los estudiantes, los trabajadores de las economías sociales, solidarias y populares, los y las migrantes, etc. Todas y todos podríamos apropiar nuestras capacidades y el valor de nuestras tramas a través de una renta básica, el equivalente a un salario mínimo como una forma de disputar con el capital y las formas de mando de las que hablábamos antes. Las empresas también pueden decir, “como se paga una renta, pago menos salarios”; pero bueno eso es una disputa política. En todo caso, ¿qué es mejor: disputar con un salario mínimo o sin otra cosa en las espaldas que nuestros cuerpos expuestos?

"Tenemos que construir redes que tengan la capacidad de conjugar la singularidad de las experiencias, la especificidad de las organizaciones y la universalidad de la necesidad".

Es un  concepto de “clase ampliada…”

Claro, si dijéramos “ya tenemos el salario complementario”, sería caer en un egoísmo sectorial que no me imagino.

Es curioso que desde nuestra izquierda doctrinaria se critica a Toni Negri, porque suponen que no reconoce la lucha de clases. Es al revés, Negri no es un filósofo de Europa, es un gran compañero, solidario, que ha venido a América Latina a escuchar. Siempre estuvo peleando al lado del movimiento obrero, construyendo políticamente, creando conceptos. Peleó contra un Estado fascista, estuvo preso, luego exiliado 14 años, para volver a la cárcel...

La pregunta es cómo la lucha de clases se extiende al conjunto de la vida y la existencia. Donde cada vez más el trabajo se confunde con la vida misma, porque el trabajo no está solo en la fabrica o la oficina, sino que la vida es tomada cada vez más por formatos de sujeción, de orden, de servidumbre voluntaria. Ahí tenemos un desafío. Por eso es importante discutir una Renta Básica incluyendo a los compañeros y compañeras de las economías sin patrones aparentes y otras experiencias. No sabemos cómo hacerlo, estamos invitando

Y esa es una lectura incorrecta, porque en el centro del planeo de Negri está el antagonismo de clase. Recuerdo que en la carrera de Ciencias Políticas los docentes que difundían las ideas de Laclau (dominantes en el campo “progresista” de la Academia) nos decían que “en Negri no hay antogonismo…”

Al contrario, en Laclau no hay antagonismo. Es todo el tiempo la disolución del conflicto en favor de una instancia que coordina y comanda. Lo que se llama el “realismo político”, esa instancia que se arroga la decisión sobre lo posible. Negri es un hombre del conflicto y el enfrentamiento.

Habría que pensar, que la propuesta de la Renta Básica tiene que ir acompañada por formas institucionales nuevas, vinculadas a lo común, en una distancia de lo público y lo privado. No hay Renta Básica sin esa institucionalidad. Porque una de las objeciones, es que con una Renta Básica el estado se pueda desentender de los servicios sociales.

Es que el Estado se desentiende de lo social también sin Renta Básica. Una renta va a asociada a la especificidad de las agendas y luchas, entre ellas sosteniendo la necesidad de infraestructuras adecuadas. Se pueden pensar regímenes especiales, transformación del sistema tributario, composiciones sociales para su ejecución y monitoreo, antes que oponerse. Al “Cordobazo” no lo hizo el lumpen-proletariado, lo hizo una clase trabajadora pujante, organizada y que tenía sueldos más o menos buenos (claro, junto al estudiantado organizado y las minorías). De ninguna manera fortalecer la situación material de las personas significa, sin solución de continuidad, la posterior desatención estatal. Esto es una lucha, no es una medida de gobierno.

Como decíamos, es central pensar en una nueva institucionalidad, la institución de nuevas prácticas comunes. El Estado se va a tener que acomodar, tiene que ser parte de esa nueva institucionalidad. El desafío es ir por más y que entremos todas y todos. No es un planteo antiestatal, es una apuesta superadora. Virno, antes que Negri, planteó la necesidad de una imaginación política en la construcción de instancias de lo común no exclusivamente estatales. En un país como el nuestro, donde el Estado es aliado de la moral del trabajo tanto como de la precarización, hay una pregunta que hacerse al respecto.

Claro, Virno dice que cuando parecía que el trabajo no existía mas en las sociedades neoliberales, resulta que ahora se ha extendido y permea a todas las prácticas sociales.

Claro, la crisis del trabajo fordista no derivó en menos trabajo, sino todo lo contrario, el trabajo se volvió algo más exhaustivo, unas veces brutal y otras sutil. Esa actividad cuyo nombre se origina en un aparato de tortura. El tema es la actividad humana, que tiene que resolver como reproducirse y reinventarse. Pero eso volvamos a los problemas básicos que son los más complejos y paradojales. ¿Qué más apasionante que eso?

(*) Lic en Ciencias Políticas de la Universidad Nacional del Comahue- CURZA. 



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