Pensar el Zapatismo. A 26 años del levantamiento del EZLN

Por Patricio Lobos (*)
En
diciembre de 2008, visitó la ciudad uno de los pensadores más
destacados de la filosofía y la política en Argentina. Junto con
docentes y estudiantes del CURZA coordinamos la visita de Raúl
Cerdeiras, filósofo argentino y editor de la revista política "Acontecimiento", que ha dedicado su vida de militancia y pensamiento a
la construcción de una nueva, diferente y subversiva visión de la
política. Cerdeiras es además el introductor en nuestro país del
pensamiento del filósofo francés Alain Badiou a través de la
traducción de su obra al castellano.
En
una entrevista que le realizamos le consultamos lo siguiente:
Desde
la perspectiva de la emancipación se abrazan dos proyectos: uno el
de la revolución bolivariana y otro el zapatismo. Algunos sectores
políticos hacen un enorme esfuerzo por complementarlos. ¿Crees que
con compatibles?
Creo
que son felizmente incompatibles. El que ha trazado la divisoria real
de aguas en política en América Latina es el zapatismo. El chavismo
es la vieja política del estado, vertical, del líder, de la
organización, creer que de arriba planifico y dirijo. Pero ahí no
hay ninguna idea política nueva.
Las
consignas y el discurso político del bolivarismo o el chavismo
reproducen las consignas clásicas del antiimperialismo, el
populismo. Eso no agrega nada. Justamente es de lo que venimos.
Hace
muy poco fuimos testigos de la Sexta Declaración de Lacandona en
donde los zapatistas se apropian de una identidad muy definida: se
definen como de "abajo" y a la "izquierda". ¿Te
sorprendió esta identificación?
RC-
Si, me llamó la atención. Ellos se definen como anticapitalistas,
de izquierda y de abajo...
No
parece muy novedosa la definición...
Exactamente.
En un principio, cuando leí el proceso de formación a mi mucho no
me gustó. Especialmente cuando se fortificaba la idea del
anticapitalismo, me pareció muy de la vieja izquierda, muy de "estar
en contra". Después cuando empezaron a profundizar más, cuando
plantearon que la izquierda era un lugar de lucha y de decir
"nosotros somos parte de la historia de aquellos que se han
revelado y esos son los que están en la izquierda", cuando
hicieron esa diferencia entre la izquierda legal o partidaria y la
otra, me gustó más. Lo de abajo significaba estar con la gente, a
distancia del estado, no tomar el poder. Y lo del anticapitalismo
queda como una declaración tácita, de decir que cualquier política
que sea emancipativa implica estar en contra del capitalismo.
"Pero los zapatistas en ningún momento proponen como salida un modelo de sociedad socialista. No hacen como dice Chavez "voy a hacer el capitalismo del siglo XXI". Esta postura refleja solo la impotencia de ese movimiento que no puede hacer más que repetir todo lo que se ha hecho el siglo pasado".
En
septiembre de 2009 tuvimos la oportunidad de participar del seminario
de Raúl Zibechi “Las nuevas prisiones de los movimientos
sociales” organizado por La Vaca en Capital Federal. Allí el
periodista uruguayo y conocedor profundo de la realidad Latinoamérica
y los movimientos sociales, desarrolló sus ideas acerca de la
relación entre la nueva gobernabilidad y los movimientos sociales.
El
autor de libros como “Genealogía de la revuelta” (1995),
“Dispersar el poder” (2006), “Territorios en rebeldía,
cartografía política de las periferias urbanas latinoamericanas”
(2008), entre otras publicaciones, se refirió al zapatismo en una
entrevista que le realizamos concluido el seminario:
Hoy
pareciera que las aguas están divididas en el continente en lo que
refiere a los proyectos de liberación entre los que ven una salida
institucional, identificados con el bolivarianismo y los que la ven
por el lado de los movimientos y su autonomía identificadas con el
zapatismo. Algunas vez Cerdeiras nos decía que el bolivarianismo y
el zapatismo eran “felizmente incompatibles”. ¿Cómo lo ves?.
Si,
coincido con Cerdeiras en esto. El zapatismo es un movimiento que no
se propone pasar por el estado, ni la toma del poder, sino que se
coloca en otro lugar. Es cierto que los movimientos de Venezuela y
Bolivia tienen una referencia estatal muy potente, muy poderosa y
todo lo referencian al estado. Creo que está bueno desarrollar esa
idea.
Si
vos pensas en el zapatismo tenés que pensar en la comunidad. No
podes pensar solamente en los discursos de Marcos, eso es una mínima
parte del zapatismo. Lo mismo en el tema de los piqueteros, ahí hay
que pensar que pasa en los barrios y territorios.
Le
consultamos sobre el zapatismo al final de la nota que nos brindó en
el CURZA:
En
esto de pensar la ética militante de las organizaciones armadas de
los 60 y 70, nos viene a la cabeza la imagen del zapatismo. El
zapatismo parece haber aprendido de las experiencias e inaugura una
nueva ética. En palabras de los zapatistas: “el fin no justifica
los medios”. ¿Lo ves así?
Creo
que el zapatismo es como una suerte de anacronismo. En el momento
mismo en que acontece la toma del municipio de San Cristóbal de las
Casas, Jorge Castañeda publicaba un libro, “La utopía desarmada”,
donde daba por cerrado el ciclo de la izquierda armada
latinoamericana. El zapatismo emerge como un grito de desahogo, desde
esos márgenes del repliegue.
El
zapatismo no tiene una capacidad de incidencia en términos de su
tecnología militar. Ellos saben que están cercados en términos
militares. Lo que han entendido bien es una suerte de relectura de la
“guerra de posiciones” en el espacio de lo político. Incluso uno
podría entender que el imaginario político de los ’60 y ’70
permanece como parámetro que informa la acción, en tanto existe un
marcado foquismo, porque San Cristóbal de las Casas es como una
suerte de centro de irradiación, a partir de la palabra de Marcos
que ensaya una “guerra de zapa”, que pretende quitar o arrebatar
al enemigo sus puntos de repliegue, en el sentido de buscar apoyos
políticos.
El
zapatismo es un fenómeno ligado a los procesos de autonomía, de
búsqueda de iniciativas propias en relación a un Estado fuertemente
centralizado, pero que termina por tener una referencia residual y
espectral respecto del mismo. Coincido en que hay un cuestionamiento
de cierta lógica militarista, muy presente en el debate que tuvo
Marcos con Euskal Ta Askatasuna (“País Vasco y Libertad”),
durante el año 2003, pero el foquismo, como componente de un
imaginario político, y con la fuerza movilizadora que tiene la
imagen, permanece, más allá de su identificación con una práctica
armada ligada a la contraposición campo-ciudad, es decir, una matriz
de orden territorial.
Néstor
López Guidi, docente, investigador y miembro del Consejo de
Redacción de la revista e editorial Herramienta, dialogó con
nosotros en marzo de 2015 acerca de su propuesta de abordar al
zapatismo desde una aggiornada visión marxista. Para López Guidi,
el zapatismo es una forma de vínculo mediada por nuevas relaciones
sociales y no por el dinero, fetiche del capitalismo en su etapa
superior, el neoliberalismo.
Compartimos un rico extracto:
La
revista de la que formas parte tiene una orientación marxista y el
zapatismo aparece como un acontecimiento difícil de atrapar desde
esas teorías. ¿Desde qué lugar analizas al zapatismo?
Tengo
una trayectoria de militante marxista. Me acerco al zapatismo desde
el marxismo de Marx. No desde Lenin, el marxismo-leninismo es un
oxímoron, un contrasentido. En las Tesis sobre Feuerbach Marx dice
que la conciencia es producto de la experiencia y la existencia. Para
Lenin la conciencia viene de arriba, de los especialistas, los
intelectuales, no de abajo, de la base. La conciencia política es el
partido y los profesionales. Lenin separa teoría y práctica. Marx
destaca que lo importante es la praxis o practica pensada. Por eso
los zapatistas son más marxistas que Lenin.
En
el zapatismo encuentro a Marx. En esta idea de la conciencia y la
lucha contra el dinero. Para el marxismo la riqueza de las sociedades
es la acumulación de mercancías, pero detrás de la mercancía está
el trabajo concreto y abstracto.
El
dominio pre-capitalista era claro, observable, era el rey o el
esclavista. El eje del capitalismo es una relación social de dominio
abstracto. Hoy el sistema se ha invisibilizado, aunque veamos las
instituciones de represión como el ejército, el estado, la policía.
Ese ha sido un gran error del marxismo tradicional. Había una vía
simétrica para enfrentar al capitalismo. Me jugué toda la vida en
eso y el fracaso me hizo pensar.
Siguiendo
con lo que decís, vemos que la lucha del zapatismo es más profunda.
No es contra el ejército, sino contra el neoliberalismo.
Las
relaciones sociales están mediadas por el dinero. Los zapatistas no
usan dinero. Eso es ir al fondo del problema. No la cuestión del
poder que cambia hombres y figuritas. Las crisis mundiales demuestran
eso. La subjetividad zapatista emerge de abajo. Es una rotura
epistemológica, del arriba y abajo.
Con
la salida de Marcos como vocero del movimiento, el zapatismo reitera
–más profundamente que antes- una fuerte crítica al vanguardismo,
a la idea de no caer en lo que denuncian.
Se
hacen muchas interpretaciones. ¿Qué va a pasar ahora que no está
Marcos?. Es una mirada verticalista. Los procesos revolucionarios se
dan con esa mirada porque es un problema si se muere Fidel Castro o
Chávez. El tema es que la existencia de Marcos fue importante, en un
movimiento que es un ejército y lucha para dejar de serlo. Marcos
tendió un puente hacia afuera, hacia el mundo. También fue un
personaje de distracción, el mundo lo vio a él. Existe una
incapacidad de entender el magma, lo que sucede abajo.
En
estos años, los zapatistas crearon 500 escuelas con 45 mil
egresados, no tienen cárceles. La educación es participativa, la
misma sociedad define que quiere aprender. Eso es poco mirado, tal
vez por la propia presencia de Marcos. La expectativa es que ahora
todo esto surgido de las comunidades se pueda ver.
Parte de la entrevista:
Se
le critica al zapatismo no articular su lucha con otras
organizaciones. En un momento el zapatismo armó El Frente Zapatista
de Liberación Nacional (FZLN) que luego eliminan. ¿Cómo entendes
la relación entre el zapatismo y el resto de las luchas sociales?
Si,
lo del Frente Zapatista de Liberación Nacional no funcionó y largan
la Sexta Declaración de La Candona y “La Otra Campaña”. Que me
parece una formula muy buena. El zapatismo es muy tajante en no tener
relaciones con los partidos. Eso se calificó como de ultra, de
doctrina.
Esa
crítica fue muy fuerte con La Otra Campaña, en momentos en que
venía como candidato de la izquierda institucional del Partido de la
Revolución Democrática –PRD- López Obrador, que fue regente del
Distrito Federal. Se trata de un buen regente, honesto, un demócrata
que hacia énfasis en el tema de enfrentar la corrupción y prometía
trasladar el modelo del DF al país.
En
ese contexto el Zapatismo hace la Otra Campaña y largan
declaraciones muy fuertes contra López Obrador por su discurso
populista. Creyeron que era necesario pintar la línea entre el
zapatismo y el PRD porque veían el riego que se rompiera la
movilización autónoma incipiente. Finalmente hubo un fraude contra
López Obrador y no ganó.
Yo
creo que el triunfo de López Obrador podría haber facilitado
ciertos espacios de movilización pero existía el riesgo de la
desactivación de la autonomía por parte del estado que en México
tiene una tradición muy fuerte. La idea de La Otra Campaña era
generar la autonomía en las ciudades y generar la fisura de la
mirada hacia el estado. A partir de ahí un sector de la izquierda
intelectual, inicia una mirada crítica del zapatismo. Hay que
recordar que el zapatismo no llamó a votar a ninguno de los
candidatos.
Luego,
el zapatismo estuvo un tiempo sin aparecer y aparecieron los
Caracoles. Allí se tejieron muchas especulaciones, pero el zapatismo
logró hacer crecer la autonomía.
Existe
también una influencia del zapatismo sobre la institucionalidad.
Recordamos el discurso de Evo Morales en su asunción cuando habló
del “Mandar Obedeciendo”, y ahora Podemos en España también
utiliza categorías zapatistas.
Si
hay una apropiación de los discursos zapatistas. Recuerdo la lucha
Kurda, pero en ese caso es fiel porque tiene que ver mucho con el rol
de la mujer. Por eso el zapatismo es incuantificable porque tiene una
dimensión ético-moral, con una imagen nueva de revolución. Yo
creía que era impensable la revolución, desde la práctica y la
teoría y ellos abren de nuevo la posibilidad.
Incluso el propio Marcos en las entrevistas dice que ellos
llegaron a la selva con un idea marxista-leninista y luego la propia
realidad comunitaria los trasforma a ellos.
"Es una de las cuestiones clave. Ellos entendieron que para hacer la revolución había que dejar de ser vanguardista. Ellos eran foquistas, la idea más vanguardista que existe, pero abrieron el oído y aprendieron a escuchar. Eso es transformar el monologo de las vanguardias en un dialogo. Sino creo que hubiesen terminado como en Guatemala donde la guerrilla tuvo un fuerte componente indígena, pero no se entendió la lógica antagónica entre la idea de revolución como toma del poder y la lucha indígena".
El
zapatismo rompe también con la idea que infra-valora al sujeto
campesina-indígena…
La
revolución mexicana es campesina, es la primera reivindicación
mundial de los campesinos, donde se incluye en la constitución la
reforma agraria. Con el zapatismo tenemos al campesinado como el
sujeto más activo de las luchas populares. El zapatismo hizo una muy
fuerte interpelación al sujeto campesino rebelde. Incluso la gente
del Congreso Nacional Campesino tiene vínculos directos con el
zapatismo. Esto ha cambiado la percepción paternalista de lo
indígena y lo campesino, por una rebelde.
Por
ultimo, este año organizamos la visita del escritor Mariano Pacheco,
quien presentó en el CURZA el libro “Desde abajo y a la
izquierda. Movimientos sociales, autonomía y militancias Populares”.
En la charla en la universidad, en la entrevista que le hicimos y en
el propio libro, el autor toma la irrupción del zapatismo como el
inicio de un ciclo de luchas sociales y políticas en el continente.
De hecho habla del zapatismo como “nuestra revolución de octubre”,
por lo que el movimiento habilitó en las nuevas generaciones
militantes del mundo.
"El
zapatismo es a nuestra generación lo que fue la revolución
bolchevique para las militancias de izquierda del siglo XX",
señala el autor.
Para
Pacheco fueron los zapatistas quienes tempranamente supieron dar
cuenta del “Nuevo Orden Mundial”. Para ellos, dice el autor, la
“Cuarta Guerra Mundial” se trata un ofensiva planetaria del
capital contra los territorios y los cuerpos indóciles.
Trazando
analogías con las luchas que se dieron en nuestro país, Pacheco
dirá que “dos años después del levantamiento zapatista, los
pobladores de Plaza Huincul y Cutral-Co se disponen a protagonizar la
jornada que marcará el inicio del ciclo de resistencia popular
anti-neoliberal en Argentina”.
(*) Lic en Ciencias
Políticas de la Universidad Nacional del Comahue- CURZA.
Fuente:
- Entrevista a Raul
Cerdeiras. “La nuevo política no tiene mas remedio que nacer
minoritaria”. Diciembre de 2009. En:
http://revistaalsurdelviento.blogspot.com/2012/11/entrevista-raul-cerdeiras-la-nueva.html
- Zibechi: “Es
evidente que estamos antes formas de dominación mas sofisticadas”.
Noviembre 2009. En:
http://revistaalsurdelviento.blogspot.com/2012/11/zibechi-es-evidente-que-estamos-ante.html
-Barciela: “En el
peronismo hay un nucleo fundacional plebeyo que toca alguna fibra
sensible de los sectores dominantes”. Diciembre 2009. En:
http://revistaalsurdelviento.blogspot.com/2012/11/barciela-en-el-peronismo-hay-un-nucleo_26.html
- “Los zapatistas
son mas marxistas que Lenin”. Marzo de 2015. En:
http://alaollasinreceta.blogspot.com/p/mazamorra.html
- “El zapatismo no
solo es el acto de organización clandestina, sino la generación de
un espacio político extraordinario”. Octubre 2014. En:
http://alaollasinreceta.blogspot.com/2016/01/el-zapatismo-no-solo-es-el-acto-de.html.
- “Hay una
actualidad de 2001 que nos dice que la centralidad política no pasa
por el estado”. Octubre de 2019. En:
https://amargassales.blogspot.com/2019/10/hay-una-actualidad-de-2001-que-nos-dice.html.
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